Sí, pero no. La del domingo 24 (día de San Juan) fue una tarde a medias, tanto en la parte de los toreros como en el aspecto ganadero. Y los aficionados nos quedamos con la miel en los labios, porque había motivos para creer, porque la terna dejó destellos de torería, y porque los «montalvos» embistieron (pero mal). Embestían sin humillar demasiado y siempre soltando la cara, cabeceando continuamente, lo que restaba belleza a cada pase.
Con ellos, los toreros estuvieron dignos, pero sin pasar de esa raya.
El más destacado fue Octavio Chacón, en especial al torear a la verónica a su primero, y al hacerle una faena de oficio a su segundo. Además, dejó una gran media en el quite al último de la tarde.
A Javier Cortés tenía unas ganas de verle increíbles, porque me gustó mucho en los desafíos del año pasado y me encantó el 2 de mayo. Sin embargo, tanto en el desafío de este San Isidro, como esta tarde, me ha dejado más dudas, toreando más acelerado y peor colocado, aunque buscando siempre la naturalidad. No estuvo ni mucho menos mal, pero tenía más expectativas de lo que luego pasó. De hecho, hoy le vi más perfilero y tratando de lograr esa ligazón que llega al gran público; pero a mí lo que me encantó de él en otras ocasiones, fue como cita de frente con la panza de la muleta, al pitón contrario, y remata el muletazo detrás de la cadera. Su toreo hoy fue más lineal que en redondo. Quizás, ese ligar los pases, que es lo que más valora hoy en día el público general, hizo que se desatara la petición de oreja en el quinto, que aguantó bien (al igual que en el segundo de Chacón), el presidente Justo Polo.
Tomás Campos dejó detalles en su confirmación de alternativa, que no pasaron de lo superficial. Lo mejor de su actuación, unos naturales a pies juntos al primero.
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