Volvían rayas pintadas en el ruedo venteño para el tercio de varas, volvía el toro-toro y, con ello, la emoción a los tendidos y las gradas (ya que las andanadas siguen cerradas por las obras).
Fue un desafío muy interesante, en el que se puede decir que hubo tres y tres toros, tres buenos, y tres sosos.
Puesto que dos de los que considero buenos pertenecen a Saltillo (uno de ellos de bandera), el desafío se lo llevó esta divisa, pero tampoco debe quedar en el olvido la tarde de Valdellán.
Confirmó la alternativa Cristian Escribano con un encastado Saltillo, andarín, lo que no le permitió colocarse siempre como es debido, sobre todo por el pitón izquierdo. Aún así, el de Getafe ligó series y las remató con pases de pecho muy buenos, de hombro a hombro, lo que engrandeció su labor.
Dio un estocadón de efecto fulminante que valió por sí solo la oreja. Creo que el premio a la mejor estocada de los desafíos quedó casi zanjado en el primer toro de los mismos. Será difícil superarlo.
También hay que destacar el gran par que puso en este toro uno de los mejores banderilleros del momento, Ángel Otero, que ganó su particular desafío a uno que fue de los mejores en esto, o el mejor, como es David Adalid, pero que lleva un par de años en un nivel inferior.
En el sexto, salió Cristian Escribano a buscar la Puerta Grande con una larga cambiada, dejando largo al toro en el caballo para agradar al público y volviendo a ligar bien las series, aunque nuevamente le perjudicaron dar tantos pasitos entre pase y pase, aunque es cierto, que este toro también era andarín y tenía poco recorrido, sobre todo por el pitón izquierdo, lo que hizo que bajase la intensidad de la faena. Esta vez no estuvo bien con la espada.
Robleño poco pudo hacer con su primero (que saltó al callejón), un Saltillo con «peligro sordo», lo que hizo que no tuviese la suficiente transmisión.
Con el de Valdellán (quizás el toro más bonito de la temporada, a pesar de ser ligeramente bizco) mostró su enorme oficio con las ganaderías duras. El toro, que era un tacazo espectacular y de bella lámina, había despertado la ovación de salida, pero en sus embestidas cabeceó mucho, soltando tornillazos que corrigió Fernando Robleño hasta sacarle una gran serie por cada pitón poniendo al aficionado en pie. A pesar de pinchar, se le concedió una oreja.
A «Navarro», al igual que en su salida, se le ovacionó, pero hay que decir que en otras manos, probablemente se habría ido con esas series dentro.
Por último, Venegas tuvo una tarde bien distinta a la de sus compañeros de terna. Le salió uno de los toros de la temporada, un Saltillo con menos caja que los demás, pero bastante trapío. «Horquillito» hizo el avión desde el primer capotazo, lo que permitió a Venegas lucirse pegando una media tras otra. Aún así, el toro recortaba el viaje sabiendo lo que se dejaba atrás. Otra muestra de su gran casta fue como se arrancó y empujó al caballo de Gustavo Martos, que lo masacró en varas, imagino que por orden del matador, recibiendo ambos una gran bronca y provocando que, cuando Venegas iba a brindar el toro al público, en lugar de llevarse aplausos, escuchase pitos, viéndose obligado a desistir de tal brindis.
El toro embestía al ralentí, haciendo el avión «a la mexicana», y Venegas aplicó un toreo ventajista, de echar la pierna de salida atrás, y solo estuvo bien en los cambios de mano con los que acabó algunas de sus series y el temple que imprimió. Un toro que si no se le llega a destrozar en varas… quién sabe lo que habría pasado. Es de esos que en otras plazas se indultan, y aunque en Madrid evidentemente no fuese para tal premio, sí era para vuelta. No entiendo porqué no se le dió. Lo que sí se le tributó fue una cerrada ovación y una bronca al torero. Ya saben el dicho de «Dios te libre de un toro bravo» y este fue bravo, encastado y enclasado. En definitiva, completísimo, de esos toros que te encumbran o te mandan al banquillo, así que veremos que pasa con Venegas, porque tampoco lo arregló con el de Valdellán. Nuevamente estuvo perfilero y «fueracacho», y en un ataque de vergüenza torera se tiró a matar encima del astado, pero hoy no era su tarde y lo pinchó.
A este toro se le aplaudió también de salida y en el arrastre, aunque me parece que las palmas en el arrastre fueron más porque ya estaban a la contra del torero que por lo que había sido el toro, que desde luego no destacó en una buena corrida, que hizo que saludaran los mayorales de las ganaderías al acabar el festejo.
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