EL EFECTO ROCA REY

Todos hemos visto ya el arrimón de Andrés Roca Rey en Sevilla, ya sea en directo, a través de los vídeos o de esas fotografías que están circulando por las redes que algunos están ensalzando tanto.
Desde luego que las fotografías son espectaculares y, por lo tanto, lo fue también el arrimón de Roca Rey. Ahora bien, quizás esa sea su gran virtud y a la vez, su defecto. Ese toreo tremendista llega al público por su gran valor, pero el aficionado quiere ver torear. De hecho, mientras unos aplaudieron en La Maestranza, otros le pitaron.
Evidentemente, unos entenderán el toreo de una forma y otros de otra, pero lo que es indudable es que en estos arrimones «falta toro», no por su presencia, si no por su casta. Dicha casta le haría a un toro embestir contra aquello con lo que se está topando, en vez de pararse o incluso esquivar al torero. Sin embargo, mientras que desde ganaderías importantes en la actualidad como Victoriano del Río (ganadería del pasado Domingo de Resurrección con la que Roca se dio el arrimón) sigan enviando vacas al matadero por exceso de bravura, los arrimones cada vez tendrán menos valor. Vamos a ver si con los «adolfos» en Madrid está igual de asentado que el otro día en Sevilla.
¡Ojo! Que no estoy diciendo que no vaya a ser capaz de estarse quieto, pero lo tiene que demostrar. Desde luego que puede hacer una gran faena si le sale un Albaserrada de esos que embisten al ralentí, porque, además, el torero peruano tiene un trazo largo, sobre todo al natural, que le puede ser muy útil con los de Adolfo Martín. El problema es si le sale la alimaña, aunque cada vez sale menos en este encaste.
Ese toreo largo y profundo es lo que queremos ver los aficionados en Roca, porque sabe hacerlo, pero normalmente se pierde más en el toreo efectista que debería ser un recurso y no la norma general.
Quizás esto se deba también a que, como todas las figuras del momento, se apuntan solo a lo más cómodo para ellos, de ahí el gran interés que suscita esa cita en Madrid entre Roca Rey y Adolfo. Esta vez fue gracias al bombo. Esperemos que si le va bien, se apunte a más corridas de esta línea.

Otro punto interesante es el enorme revuelo que han causado esas imágenes de las que antes hablábamos de Roca con el pitón del toro tocándole. Es algo que no está al alcance de todos, pero sí de algunos. Juan Leal se arrima tanto o más, pero nadie le da bombo porque no tiene el nombre que ya tiene el peruano.
También Castella y Perera tienen una tauromaquia similar a la de Andrés. De hecho, en sus comienzos se les cantó mucho su tremendo valor, pero ahora mismo cada vez tienen menos cartel. Todo el mundo sabe ya lo que va a ver.
Una faena prototipo del mencionado Perera puede ser un quite con el capote a la espalda, los cambiados en forma de péndulo en el centro del ruedo, el toreo largo y hondo, pero escondiendo la pierna de salida y el arrimón final con el toro totalmente apagado. Si se dan cuenta, esta faena prototipo del extremeño es la misma faena que suele realizar Roca.
Quizás el peruano lo hace todo más espectacular aún, más tremendista, porque se pasa los toros muy cerca, pero también hay que decir que cuando más cerca se los pasa es en las bernardinas, espaldinas y demás pases accesorios, no en los derechazos y naturales, en los que es mucho más perfilero que otros toreros que usan su valor para torear de verdad, cargando la suerte y con la pierna adelantada en todo momento.

En definitiva, se está hablando tanto de este arrimón porque lo realizó Roca Rey. Si lo hubiese hecho otro no se estaría hablando tanto de él y sí de Manzanares, que una vez más puso el toreo clásico y sigue su idilio con la capital hispalense… pero estamos ante el efecto Roca Rey. Ese efecto que mueve masas que van a verle a las plazas (y falta hace).
Los puntos fuertes de Roca Rey sin duda son la conexión con el público debido a su gran valor, la ambición por triunfar que le hace no dejar pasar un quite (aunque le falta variedad) y la espada.

Veremos a ver cuánto dura este efecto y cual es el transcurso de la ilusionante carrera del joven peruano. Yo solo espero que cada vez se centre más en torear de verdad y le de sentido a la lidia: que deje los toros correctamente en suerte y ordene a su picador hacer su labor, es decir, picar, y que esté pendiente de hacer los quites a los compañeros en vez de jugando con el capote cuando hay un toro en el ruedo y una persona jugándose la vida.

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