EL PILAR: UNA GANADERÍA DE INVÁLIDOS

Como cada tarde que se anuncia a la divisa salmantina del Pilar, se lidiaron varios astados inválidos, sin fuerzas, lejos de lo que debe ser un toro (novillo en este caso) de lidia. Una deshonra para el campo bravo charro.

Sergio Felipe pasó desapercibido toda la tarde salvo para sus paisanos, que no fueron pocos y le arroparon en todo momento. Al hilo del pitón elaboró sendas faenas «fueracacho». En el primero, el mejor animal del encierro, llevó a cabo una faena prototipo de cualquier novillero actual.
Empezó con el del péndulo por la espalda, ligó después las series sobre la mano derecha sin preocuparse de la colocación y acabó con bernardinas.
A pesar de ser el mejor novillo de la tarde, no mereció en ningún caso las palmas que escuchó en el arrastre, ya que nunca humilló y embistió a arreones.
En el cuarto poco pudo hacer el albaceteño.
No obstante, a un novillero que solo toreó una tarde el pasado año, poco más se le puede pedir. Una pena que tengan que relanzar su carrera en Madrid y no en plazas de menor importancia donde se podrían rodar.

Héctor Gutiérrez firmó los pasajes más destacados de la tarde con el segundo.
Había escuchado hablar bien del joven mexicano y la verdad que no me defraudó. Con la pierna adelantada y el compás abierto, dando el medio pecho y pasándose al burel todo lo cerca que pudo. No cabía un alfiler entre ambos. Por momentos me recordó al gran Paco Ureña en su concepto.
A destacar también que se puso por ambos pitones, en especial, por el izquierdo, a diferencia de la mayoría de sus compañeros de escalafón e, incluso, de los toreros.
Una pena que el sobrero de Sánchez Herrero se viniera a menos.

El quinto, un toro carente de fuerza del hierro titular del Pilar, combatió su justeza de fuerza defendiéndose. Imposible para un Héctor Gutiérrez que en el saludo capotero sufrió una aparatosa cogida, en la que cuando el novillo le iba a coger de nuevo cuando estaba en el suelo, el del Pilar clavó los pitones en el suelo y dió una voltereta que le libró de una cornada casi segura.
En el momento que novillo y novillero se levantaron, el astado le hizo hilo y a punto estuvo de cogerle contra las tablas. Mucha suerte tuvo el mexicano.

Alfonso Ortiz tuvo una actuación poco profesional.
Se pasó las embestidas de su lote lejísimos y no vació los muletazos. Fue a pasar la tarde y con esa actitud no se puede venir a Madrid.
En el tercero se tiró de forma descarada a los bajos del novillo en la suerte suprema, algo impropio a todas luces de alguien que debería querer abrirse camino en esta profesión.
Además, en el sexto, un novillo que se protestó porque pareció estar acalambrado, dió una vuelta al ruedo por su propia cuenta, en un gesto de muy poca vergüenza torera.

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