MANSADA DEL PUERTO

Mansos, sin transmisión, descastados. Muchos adjetivos negativos se le pueden poner a los toros de hoy, y eso, no conduce a buen puerto, valga el juego de palabras.
A pesar de que el año pasado estos toros propiciaron la Puerta Grande de Emilio De Justo en Otoño y casi la de Ureña en San Isidro (con ese gran toro Cuba II), en esta ocasión no dieron opción ninguna a los matadores, salvo el tercero, un toro sosito, pero con clase.
Con él, López Simón dió un recital de «destoreo», echando la «pata» hacia atrás, sin cargar la suerte y abusando del pico. Casi todo, con la mano derecha.
Aún así, hubo a quien le llegó este toreo noria y, a sabiendas de ello, López Simón realizó un final tremendista con bernardinas (¡cómo no!) cuando el toro ya no tenía recorrido. Fue volteado de feísima manera, pero volvió a la cara del toro para proseguir con las bernardinas y entrar a matar, si es que se puede llamar así, porque más bien parecía que se estaba tirando a la piscina, hasta en dos ocasiones.
No hizo la cruz e incluso soltó la muleta antes del embroque, como si pretendiese tirarse entre los pitones, pero es que el toro no se arrancó.
No sé si entraría así porque estaba mareado de la voltereta, porque le quedó el brazo maltrecho o porqué razón, pero así no se mata.
El toro tenía más que torear.

El sexto lo brindó incomprensiblemente al público, después de la pésima lidia que recibió. Le enganchó el trapo en cada muletazo y ahí no pasó nada.
Por cierto, López Simón con ese peinado hacia atrás y ese vestido, parecía Talavante, físicamente claro, no toreando.

Ferrera saludó una ovación tras el paseíllo por la Puerta Grande del sábado, y consciente de que Perera también la había abierto en su último compromiso, dialogó con él para ver a quien iba dirigida la ovación. Era evidente para quien iba, porque la Puerta Grande de Perera fue exagerada.
Por eso, cuando Ferrera le invitó a él y a Alberto a saludar, se escuchó algún tímido pito.
Seguía inspirado Antonio y lo demostró con el capote. Su recibo al cuarto en los bajos del 5 fue sublime. No faltaron sus quites sacando al toro del caballo, por caleserinas el más lucido de ellos.
Con la muleta no pudo hacer nada, por las condiciones de los toros y por el fuerte viento.

Miguel Ángel Perera tampoco tuvo muchas opciones, pero su toreo fue también sin cargar la suerte y sin torería. Se puso pesado con el rajadísimo quinto, al que debió matar antes. Muy mal lote el de la Puebla de Prior, que conste.
Se esperaba algo más de la tarde, no este petardazo.

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