TALAVANTE: EL TORERO QUE MÁS HE VISTO Y AL QUE MENOS

A pesar de llevar casi un año alejado de los ruedos (y quién sabe los que le quedan), Alejandro Talavante es, de largo, el torero al que más veces he visto en directo en una plaza de toros, a lo que hay que sumar las innumerables veces que le he visto a través de la pantalla.
Algunos pensarán que puedo estar cansado de verle, pero no es el caso.
Aunque normalmente no se le considere como tal, Talavante es un torero de arte. Figura del toreo, sí, pero del palo de los artistas. Siempre se nos vienen los mismos nombres a la cabeza cuando hablamos del arte y conceptos que van ligados al mismo como la inspiración: Morante, Javier Conde, Curro Díaz o más recientemente Pablo Aguado y la nueva versión de Ferrera. Sin embargo, el que más capacidad tiene de improvisar en la cara del toro, puede ser Talavante. Si un artista es quien crea, Alejandro ha creado grandes obras de arte, de sello personal y que, además, han servido de referencia para muchos otros que han tratado de imitarle. Por ejemplo, popularizó la arrucina, y cuando ya la realizaba medio escalafón, le dió una vuelta de tuerca haciéndola de rodillas.
Cómo ven, hablo de adornos, que en el caso de Alejandro Talavante son recursos. A diferencia de la mayoría de los toreros que los emplean, para el extremeño no sustituyen al toreo fundamental. Lo complementan. Porque si algo ha destacado desde novillero de Talavante es su mano izquierda, que dibuja naturales de seda, que surgen como caricias y los liga con el siguiente pase con un muñecazo al alcance de muy pocos.
A todo eso, hay que sumarle la variedad que también estaba adquiriendo con el capote.
Por eso, los aficionados no nos habíamos cansado de verle y esperamos con ansia el día que anuncie su regreso a los ruedos.
Sin embargo, las plazas ya no las llenaba, quizá por Roca Rey, que ahora es el que arrastra a la gran masa de público. Por ello, los empresarios no le daban el dinero que pedía, ya que no lo generaba. Su decisión fue inteligente. Dejarlo por un tiempo, y cuando vuelva, todo el mundo taurino estará pendiente de él.

Desde luego que yo seré el primero que querrá ir a verle, porque aunque sea el torero que más he visto, tengo la sensación de que nunca lo tengo visto por completo. Sigue teniendo la capacidad de sorprenderme: sin ir más lejos, en su último San Isidro dejó ese pase genuflexo mirando al tendido 7 en un inicio de faena para el recuerdo.
De hecho, si es al que más he visto, es por algo.
A otros los ves una vez, y vistas todas.

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