Álvaro Burdiel es el nuevo ganador del certamen «Camino hacia Las Ventas». Lo ha conseguido de la mejor forma posible: abriendo la Puerta Grande, que eso sí, es más fácil de abrir en días como el de hoy. No se le puede exigir lo mismo a un novillero sin caballos que a un torero, y así lo entiende el público de Madrid. Además, hay que sumarle que estos chavales están ante la tarde de sus vidas y traen un montón de gente de su entorno.
Se concedieron las famosas «orejas autobuseras».
Carlos Aranda abrió plaza con un novillo de Vegahermosa. Actuó como telonero, ya que hoy los protagonistas eran los finalistas del certamen.
Si está incluido en este cartel es para que se pueda considerar como festejo mayor y, así, la empresa se ahorra un festejo de los que le obliga el pliego.
No fue capaz de transmitir nada en este capítulo.
Con el quinto tampoco se acopló. Hubo desarmes que afearon un conjunto en el que estuvo por debajo del novillo de Jandilla. Este humilló, llevando por momentos el hocico arrastrando por la arena venteña.
Leandro Gutiérrez mostró una gran disposición. Con un capote de su paisano Luis Bolívar dibujó chicuelinas y caleserinas tras recibir al novillo con una larga cambiada de rodillas.
Puso las banderillas, clavando fácil con el toro algo pasado.
Si ayer decía que era una pena no ver los pares de Fernando Sánchez por ir en la cuadrilla de Colombo, hoy sucedió lo mismo con David Adalid, con el agravante de que a este último no le habíamos visto en toda la temporada.
Con la muleta, Leandro Gutiérrez trató de cruzarse al pitón contrario y citar de frente con pureza, bajo las órdenes de Alberto Aguilar.
En el sexto de la tarde buscó un toreo más efectista. De nuevo, no le faltaron ganas, pero esta vez tirando de toreo populista y heterodoxo.
Estuvo acelerado en una faena larga (como todas las de la tarde).
Las manoletinas finales de rodillas calentaron al público, pero pinchó.
Buen novillo de Vegahermosa.
Álvaro Burdiel fue el que más en torero anduvo toda la tarde. Su concepto de toreo clásico gustaron en La Monumental. Le aconsejaba desde el callejón «El Fundi».
Ligó las series por el pitón derecho en su primero, pero sin cargar la suerte.
Lo mejor llegaría en el séptimo.
Dejó remates artísticos por bajo, como pases del desdén y toreó bastante bien al natural.
Cortó una oreja que le abría una Puerta Grande muy barata. Evidentemente, se le exigirá más en el escalafón mayor.
Marcos del Rincón tiene una enorme estatura y su toreo luce menos ante animales que apenas le llegaban a la cintura. Quizá, si llega a matador de toros, esto no se le vuelva en su contra.
Entró en el turno de quites en el novillo de Leandro Gutiérrez por gaoneras y a punto estuvo de ser cogido.
Con la muleta también demostró atesorar gran valor, pasándose los pitones muy cerca en cada pase, pero sin conseguir que estos fuesen profundos, ni mucho menos estéticos.
En el que cerró plaza, después de casi tres horas y media de festejo, tiró del mismo recurso que Leandro Gutiérrez. Unas manoletinas de hinojos, de las que impactó, en especial, una mirando al tendido.
Antes se había dado un arrimón en el que no faltaron los circulares.
No me gustó su concepto, pero es cierto que se llevó el peor lote y que lo principal (el valor) lo tiene.
Plaza de toros de Las Ventas (un cuarto de plaza): final del certamen «Camino hacia Las Ventas».
Se lidiaron dos novillos con picadores y seis sin ellos. Bien presentados, sin excedencias. Todos tuvieron opciones. El peor lote se lo llevó Del Rincón. Destacaron cuarto y quinto.
– Carlos Aranda (de grana y oro): palmas y vuelta al ruedo tras petición.
– Leandro Gutiérrez (de turquesa y oro): ovación tras aviso y vuelta al ruedo tras aviso.
– Álvaro Burdiel (de noche y oro): oreja tras aviso y oreja.
– Marcos del Rincón (de azul rey y oro): ovación tras aviso y ovación.
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