José Antonio Ferrera San Marcos nació el 19 de febrero de 1978 en Buñola (Mallorca), aunque es extremeño de adopción.
Tomó la alternativa en Olivenza (Badajoz) con los toros de Victorino Martín, ganadería que sería a la postre clave en su carrera.
El padrino de la ceremonia fue Enrique Ponce, con Pedrito de Portugal de testigo.
Confirmó la alternativa en Las Ventas el 28 de marzo de 1999, de manos de Miguel Rodríguez y en presencia de Javier Vázquez. Los toros fueron de Carriquiri. Esta ganadería le iba a proporcionar su primer gran éxito, ya que el 17 de mayo de 2002 desoreja a un toro de este hierro y abre así su primera Puerta Grande de Las Ventas.
En 2006 corta un rabo a un toro de Victorino Martín en Pamplona.
Unos años después, concretamente en 2013 es designado como triunfador de San Isidro.
Durante 2014 y 2015, los años que las figuras dieron la espalda a Sevilla, Ferrera fue el claro triunfador.
En 2014 firma la mejor faena de la feria, con un toro de Victorino Martín. Revalida el premio la temporada siguiente con otro Victorino, el inolvidable «Mecanizado».
En 2015 sufre una lesión en el hombro en la plaza de Muro (Mallorca), que le tiene apartado de los ruedos durante casi dos años.
Reaparece en Olivenza cortando tres orejas, en 2017. Esa tarde fue un presagio de la temporada que se avecinaba, con un Ferrera renovado, más artista.
Cuaja una sensacional Feria de Abril con dos tardes muy distintas: en la primera le tocó tirar de oficio para poder con el encastadísimo «Platino» de Victorino y en la segunda bordó el toreo con la corrida del Pilar.
En Madrid también deja una sentida faena a un toro de Las Ramblas y sigue mostrando su gran momento en las plazas del norte, como Pamplona y Bilbao.
En 2018 decide dejar definitivamente las banderillas, algo que le había caracterizado durante toda su carrera, pero que suponía dejar atrás una etapa, para mostrar que era un nuevo torero: ya no era el «Ferrari» que se aceleraba (aunque algunas veces le siguen entrando las prisas), era Ferrera.
De nuevo, cortó una oreja en Las Ventas a un toro de Núñez del Cuvillo, aunque su año cumbre en Madrid iba a ser el 2019, con dos salidas a hombros: una en la corrida de Zalduendo el 1 de junio y otra en su encerrona en Otoño.
En ambas tardes, mostró su amplísimo repertorio.
Antonio Ferrera es un torero que maneja un gran abanico de suertes.
Nunca deja de sorprender, ya sea con el capote, como con la muleta e, incluso, con la espada.
A todos nos sorprendió cómo entró a matar a «Bonito» en San Isidro, citando a recibir a una enorme distancia.
En este 2020 dejó boquiabierto al público de La México, con su nueva estocada al paso. Otro invento de Ferrera, que repitió después en Bogotá y Olivenza.
Con el capote me parece de los mejores, ya que maneja todos los palos: la larga cambiada, el farol, el quite de oro, el lance del encuentro, las tijerillas, las caleserinas, las chicuelinas al paso… y todos los quites que puede los realiza para quitar el toro del caballo, de ahí que se llamen quites, como era originariamente.
Cuando banderilleaba también lo hacía con mucho acierto y espectacularidad. Recuerdo especialmente los quiebros reversos que hacía, como si de un recortador se tratase.
Incluso alguna vez ha picado al toro. Es el lidiador total.
Con la muleta hay momentos en los que me encanta, cuando torea derecho y con suavidad.
En otros me gusta menos, ya que se retuerce y sobreactúa.
Hay muchos toreros dentro de Antonio.
Actualmente, se está encargando de abrir los carteles de figuras, por lo que sus ganaderías son más comerciales que antes de ese obligado parón, cuando se medía a toros de distintos encastes con frecuencia, incluyendo las ganaderías más duras, como Miura o Victorino, de la que es un especialista. En Sevilla pueden dar buena cuenta de ello.