Sébastien Turzack Castella nació el 31 de enero de 1983 en Béziers (Francia).
Toma la alternativa en su ciudad natal el 12 de agosto de 2000, de manos de Enrique Ponce y con José Tomás como testigo.
De nuevo es Ponce quien se la confirma en Madrid, el 28 de mayo de 2004.
Es el matador francés más importante de la historia y el único que ha liderado el escalafón. Sucedió en el año 2006.
Las Ventas es la plaza que ha impulsado siempre su carrera. Cuenta con cinco Puertas Grandes en Madrid.
La primera de ellas llegaría en 2007, tras desorejar al toro «Lironcito» de Valdefresno.
En 2009, uno de sus grandes años, la abrió en dos ocasiones: una en San Isidro tras cortar una oreja a cada toro de su lote de Garcigrande y otra en Otoño, tras cortar las dos orejas a un Cuvillo.
En los últimos años de esa década fue uno de los toreros más importantes.
En 2015 abre la Puerta Grande de nuevo, tras hacer la mejor faena de la Feria de San Isidro, con el toro «Jabatillo» de Alcurrucén.
Quedaría una última Puerta Grande (de muy distinto peso) en mayo de 2018, con toros de Garcigrande.
Sin embargo, su relación con Las Ventas en los últimos años es de amor – odio, ya que «solo» le ha cortado una oreja a dos de los mejores toros que han salido en esta década: «Lenguadito» del Torero (2015) y «Hebrea» de Jandilla (2017).
Ciertamente, Castella fue un gran torero en el pasado, en ese tramo comprendido entre el 2006 y el 2009, desde el cual parece vivir de las rentas.
En 2015 volvió a estar a un muy buen nivel y, otra vez, se echó a dormir. Él mismo reconoció durante ese 2015 que, anteriormente, se había relajado.
Su toreo siempre se ha caracterizado por su enorme valor. Puso de moda el inicio de faena en los medios de la plaza, con el cambiado por la espalda. Por cierto, aunque muchos le han imitado, nadie lo ha hecho como él. Lo hace sin retorcerse nada, inmóvil como un palo y con el mentón hundido, sin apenas mirar al toro.
Al igual que Perera, domina a la perfección la «regla de las tres unidades», como lo denominaron hace años en Tendido Cero. Esto corresponde a las tres distancias: la larga en el inicio de faena, la media en el núcleo y el epílogo en las cercanías.
No obstante, Castella peca demasiado de alargar las faenas y hacer del arrimón algo soporífero cuando el toro ya está muy apagado.
Al principio, llevaba gente a las plazas, porque tenía una gran regularidad y toreaba con estética. Pero ha ido perdiendo la imaginación hasta convertirse en un torero mecánico. Ahora mismo, Castella visto una vez, visto todas.
Su función es abrir plaza, siendo el telonero de Manzanares y compañía.
Por eso, y porque le apodera Simón Casas, aún sigue entrando en los carteles de figuras. Además, sirve para abaratar estos carteles, y es que cobra bastante menos que otras figuras (porque él también es menos figura).
Lo que sí que hay que reconocerle y agradecerle es que en los últimos tiempos está teniendo el gesto de matar de forma puntual las ganaderías más duras, como Adolfo Martín, Victorino y Miura.