Primera corrida de toros en la Comunidad de Madrid desde que comenzase la pandemia. La ganadería elegida era la del Parralejo, que era también la primera corrida que lidiaba tras la muerte del ganadero Pepe Moya, pero en esta ocasión los toros de la divisa verde y amarilla (no la lucieron negra como suele suceder en estos casos) no dieron apenas juego, condicionados en todo momento por su escasez de fuerzas. Los que apuntaban buena condición se vinieron abajo rápidamente. A pesar de ello, triunfó Ginés Marín, un privilegiado del toreo.
Ginés Marín inició su faena al tercero de rodillas, pero toreando, algo que dicho así puede parecer fácil, pero que hacen Talavante, él y poquitos más, porque no es lo mismo torear que pegar pases.
Ginés estaba inspirado y cuando está así combina a la perfección el toreo clásico y el moderno. La improvisación y lo fundamental.
Con temple fue ligando las series por ambos pitones. ¡Qué mano izquierda tiene este torero! Con exquisita suavidad echó los vuelos para torear al natural como sabe.
Final por bernadinas rematadas con un monumental pase de pecho por su largura. Tras el espadazo cortó las dos orejas, a pesar de que al toro le faltaba casta y, por ende, transmisión.
Con el sexto y último tuvo otro comienzo colosal, por bajo genuflexo y trincherillas (similar al de «El Rafi» de ayer) y un natural eterno una vez recuperada la verticalidad.
Las dos primeras series fueron con la derecha, muy templadas y ligadas, haciendo el toreo de verdad. En la segunda realizó una arrucina con éxito tras haberse quedado con las ganas en su anterior toro.
Por el pitón izquierdo el toro no era el mismo. Volvió al derecho para torear de nuevo muy despacito, la velocidad que, además, requiería el toro, porque le faltaba chispa, si bien es cierto que en el comienzo se arrancaba de lejos, pero fue a menos (tónica general de la corrida).
Con un pase de pecho mirando al tendido conectó con este y cortó otra oreja para redondear una gran tarde en la que no pudo hacer más. Durante toda su actuación mostró un muy buen toreo de capa, a la verónica y, en especial, en los remates, con una cordobina excelsa y grandes medias.
Javier Cortés recogió la ovación del respetable tras el paseíllo, puesto que hoy reaparecía de la cogida del 15 de septiembre de 2019 en Las Ventas que le afectó al ojo.
Quiso volver por todo lo alto y se fue a portagayola a recibir al que abrió plaza, un toro con caja, quizá en exceso, algo atacado de kilos, al que le costó moverse.
Javier estuvo muy firme y cuajó una serie actuación presidida siempre por la buena colocación. Andó por la plaza muy en torero, disfrutando su tarde y dando siempre el pecho y la femoral en el cite. Una pena no tener toro. Saludó una ovación.
La faena del cuarto fue más intrascendente. Fue este el animal que más humilló, hasta el punto de perder las manos en ocasiones por enterrar el pitón en la arena pepinera, pero también se vino abajo con celeridad. Ahí Cortés debió haber cortado antes la faena, pero se quiso gustar con derechazos y pases de la firma. También dejó una serie de naturales destacables por la ausencia de toques. Todo con el bamboleo de la muleta.
Román también salió a por todas en Leganés. Buen recibo capotero al segundo y quite en el que intercaló saltilleras y gaoneras (una realmente buena).
Con la muleta ligó por el derecho, pero lo bueno de verdad llegó por el izquierdo, ya que tragó mucho, tanto que fue volteado. Afortunadamente, el gañafón que soltó el toro dirección al cuello cuando el valenciano estaba en el suelo y totalmente a mercer no hizo presa.
La gente entró de lleno en la faena y Román Collado se calentó aún más. Haciendo la noria extrajo la ovación del público en una faena con emoción, made in Román.
Falló con la espada (el toro no le ayudó nada) y perdió el premio.
El quinto fue un toro muy noble y toreable, cualidades que a mi modo de ver no acaban de encajar con el prototipo de un toro de lidia. Hay a gente que sí le gustó, ya que fue aplaudido en el arrastre, a pesar de que le faltaba mucha transmisión.
Román estuvo pulcro, correcto, pero sin pasar de ahí. Faena muy lineal. Al igual que Cortés, estuvo mucho mejor en su primer oponente.
Plaza de toros La Cubierta de Leganés: toros de El Parralejo, con cuajo, unos algo pasados de kilos, a los que les costó moverse y otros mejor hechos, pero que también se vinieron abajo por la falta de fuerzas. Aplaudido el quinto en el arrastre. Leves palmas para otros.
– Javier Cortés (que reaparecía, quizás, con el mismo vestido que el día de la cornada, sangre de toro y oro): ovación en ambos.
– Román (de gris plomo y oro): ovación en ambos.
– Ginés Marín (de verde oliva y oro): dos orejas con ligeras protestas y oreja.
Se guardó un minuto de silencio tras el paseíllo en memoria de Pepe Mora.
Se desmonteraron tras parear Rafael Viotti, Lipi y Antonio Manuel Punta.