ROCA LLENA, URDIALES TOREA

Cartel de campanillas en este segundo viernes de feria. La plaza, prácticamente vacía casi todos los días, presentaba un aspecto mucho mejor en la tarde de hoy ante el reclamo de Roca Rey, “el Rey de la taquilla”, que no del toreo. Porque el toreo fue cosa de Diego. Desde La Rioja y vestido de rioja y azabache, trenzaba el paseíllo Urdiales con una tibia fracturada. De locos.

No se le notó hasta que no finalizó su labor y dio la vuelta al ruedo oreja en mano tras su gran faena al cuarto. Ahí sí mostró una cojera. A ese toro de Victoriano del Río entre sardo y burraco (buen toro, por cierto) le hizo una faena plena de arte y gracia torera. Templó los derechazos toreando con una primorosa despaciosidad y dejó preciosos detalles en forma de trincherillas y un molinete arrebujado, toreando sobre las piernas, a la antigua. Lo podría haber firmado el mismo “Gallito”. Todo con la mano derecha, eso sí. Se tiró a matar y cortó el único apéndice del festejo, con petición de la segunda oreja, que el presidente, con acierto, no concedió.

Con el abreplaza ya había dejado su impronta Diego en lo poco que duró el toro. Un puñado bien grande de verónicas en el saludo y otro ramillete en el quite pusieron la tarde cara desde el primer momento. Con la muleta dejó una gran serie de derechazos, en los que sobresalió uno que detuvo por instantes los relojes. Sin embargo, la siguiente serie bajó el nivel de la faena y, ahí, el toro bajó la persiana y se rajó.

Bien distinta fue la tarde de un Andrés Roca Rey que tiene tirón en la taquilla y que asusta al miedo, pero que nunca tendrá el arte de Urdiales. Eso se tiene o no se tiene. Voluntarioso estuvo con el complicado tercero, al que había que perderle pasos porque tenía poco recorrido. En el tercio de varas el caballo cayó justo antes del encuentro con el toro, dejando expuesto a Sergio Molina, que se llevó un buen susto. Tras el brindis de Roca Rey a Mario Vargas Llosa, empezó la faena de muleta por estatuarios y trató de ligar con la derecha sin demasiado éxito por la condición del toro, hasta acabar metido entre los pitones con circulares y cambiados por la espalda. En este arrimón fue cogido sin consecuencias y eso calentó al público, pero mató de un bajonazo y perdió la oreja que, seguro, le habrían pedido.

El sexto de la tarde, “Dalia”, desentonó por su presentación en comparación con otros de sus hermanos, con mayor trapío. Quizás, entró por su mítico nombre (como aquel de 2016 con el que Manzanares bordó el toreo en Las Ventas), pero los tres toros que tenían nombres importantes en la ganadería (“Dalia”, “Descreído” y “Soleares”) fueron los peores del encierro. Ya sucedió esto en la corrida de Victoriano del Río en el San Isidro de 2017, en el que “Cantapájaros” y “Beato” (otros dos nombres que son historia en Victoriano) fueron los peores de aquella tarde.

Roca Rey intercaló chicuelinas y tafalleras en el quite y empezó la faena de forma explosiva en los medios y de rodillas, cambiándole el viaje al toro en último instante para que pasase por la espalda hasta en dos ocasiones. Ahí acabó su labor. Toreo de pirotecnia del peruano, al que se le atascó el toreo fundamental cuando había que torear de verdad. Faena con muchos enganchones, codeando en exceso y muy fuera de sitio y perfilero toda la tarde. Roca no tuvo su tarde.

José María Manzanares seguía con la racha que trae desde el festival del 2 de mayo: solo le salen toros encastados y, por lo tanto, complicados. Tanto los de Alcurrucén del día 15, como el del festival y el primero de hoy de Victoriano del Río, no le han regalado un pase. Aunque por el pitón derecho ligó bien las series, por el izquierdo el toro se colaba. Generoso en su esfuerzo, José Mari se empeñó en mostrarlo por ambos pitones, aunque por el izquierdo la faena no pudo coger vuelo. La faena estuvo presidida en todo momento por la elegancia. Trató de matar recibiendo, pero encontró hueso, antes de dejar media estocada en la misma suerte.

El quinto fue el garbanzo negro de la corrida por su invalidez. No tenía fuerza y, además, pudo quedar mermado tras un choque con un burladero. El presidente debió cambiarlo, pero lo que cambió fue el tercio. Manzanares lo trató en todo momento con suavidad y sin bajarle la mano, pero no había forma. Esta vez sí enterró la espada como acostumbra y el toro rodó.

«Caprichoso», lidiado en cuarto lugar

Palacio Vistalegre (mucho mejor entrada que en el resto de la feria): toros de Victoriano del Río y Cortés bien presentados, aunque desiguales. Destacaron segundo y cuarto, aplaudido este último en el arrastre.

  • Diego Urdiales (de rioja y azabache): ovación tras aviso y oreja con petición de la segunda.
  • Manzanares (de azul marino y oro): ovación tras aviso y ovación.
  • Roca Rey (de amapola y oro): ovación tras aviso en ambos, con algún pito en su primero.

Se desmonteró José Chacón tras parear al sexto y destacó el quite que le hizo Juan Carlos Tirado a Francisco Durán Viruta, evitando una cogida segura.

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