Dura, muy dura. Así ha sido esta extraña feria isidril en Carabanchel en lugar de Las Ventas. Dos tardes han marcado el ciclo por los tremendos percances del novillero Manuel Perera en la novillada del lunes y del banderillero Juan José Domínguez, día en que también fue gravemente cogido Pablo Aguado. Mucho trabajo ha tenido el doctor Enrique Crespo, que les ha salvado la vida. Enhorabuena a él y a su equipo médico.
Sin embargo, no todo iban a ser cornadas y sangre. Tras esa nefasta mala racha, la tendencia se empezó a invertir el jueves gracias a una corrida muy bien presentada (tónica general de la feria) de García Jiménez, que dio opciones, y a los naturales rotos de Paco Ureña.
El viernes fue Urdiales quien destacó con su aroma clásico y su torería, pero el gran suceso del serial es el que protagonizó Juan Ortega en la tarde del sábado en sus dos toros. Estuvo sensacional. Aún está dando algún natural. Como aquí escribí, paró el tiempo (https://criticataurina430463222.wordpress.com/2021/05/22/juan-ortega-detiene-el-tiempo-en-carabanchel/). Da igual que pinchase con la espada un triunfo de tres o cuatro orejas y se quedase solo en una. Las orejas son lo de menos. Las faenas no las vamos a olvidar. Triunfador absoluto e inapelable de San Isidro. Mención especial también merece el novillero Tomás Rufo con sus tres orejas y la gran dimensión que dio en la novillada del Freixo, el mejor encierro de estos once días de toros. Enhorabuena al Juli, en este caso como ganadero, pero también como torero, eso sí, en un palo muy distinto al artístico en el que brillaron los previamente nombrados Diego Urdiales y Juan Ortega, pero también Morante con su primer toro de Juan Pedro y Pablo Aguado en unas verónicas eternas. El arte brotó en Vistalegre.
A destacar también el gran momento que atraviesan Daniel Luque y Ginés Marín, este último apenas sin opciones, y cómo se la ha jugado Román con los exigentes adolfos, los toros mejor presentados de una feria en la que solo Garcigrande (y quizás Alcurrucén) bajaron el trapío. Sin embargo, Garcigrande echó el mejor toro, ese “Tabernero” que lidió el Juli, además de otro buen ejemplar para Roca Rey en el mano a mano.
No puedo finalizar este resumen sin hacer referencia al aspecto de las gradas, casi vacías en algunas tardes, como la primera (a pesar de que regalaron muchas entradas) o la última, pero también en tardes de figuras, y los que fueron, más allá los de los cuatro que somos aficionados, fueron a ver quién hacía el ridículo más grande gritando “vivas” a destiempo y a todo. ¿Por qué no les echa la seguridad de la plaza?
Solo Roca Rey llevó de verdad gente, y es que, ¿quién va a pagar esos precios? Afortunadamente, Matilla tuvo que crear unos packs para jóvenes mucho más económicos, pero eso lo debería haber hecho desde el primer momento y poner precios razonables a las entradas sueltas y a los abonos. A todo esto, súmale la nula publicidad que han dado a la feria, las dudas de si se podría dar o no en esta situación y la pésima organización, con cambios de fechas de venta de entradas, de horarios, de “ahora salen”, pero no para un día, sino que te obligan a comprar para dos en packs… No puede ser. Los carteles eran repetitivos, pero no eran malos. La plaza con un 50% de aforo debería haber estado llena en lo permitido, al menos, la mitad de las tardes. Reflexiona Matilla, reflexiona…