EL ALFARERO DE JOSÉ OTERO

Tarde tras tarde José Otero pone en pie a Villaseca con sus espectaculares pares de banderillas, propios de un torero-banderillero, pero cuadrando más en la cara que lo que suelen hacer estos. Hoy se ha superado: en Villaseca ya le esperan como agua de mayo y hasta le tocaron la música para su segundo par, previo permiso del novillero, Francisco Montero.

Sus pares de dentro a fuera son sensacionales. Hoy llenó la escena con unas vueltecitas por la plaza y hasta tuvo que hacer un quiebro cuando el monteviejo le apretó. El Alfarero de Oro se lo llevará Fonseca, pero a José Otero le tienen que dar una mención especial. Y mañana vuelve (afortunadamente, ya que fue cogido sin consecuencias) y volverá a formar un lío. ¡Que de la vuelta al ruedo como hizo la cuadrilla de Castaño en aquel San Isidro de 2013!

La tarde la salvó Otero, porque de los patas blancas de Monteviejo se esperaba mucho más, tras las grandes novilladas que lidió en esta plaza de La Sagra en 2018 y 2019. Hoy solo el primero tuvo esa dureza que tuvieron los de esos años y ese genio, que si bien no sirve para hacer el toreo, sí que provoca que en el tendido no pestañee nadie. No pasaba, era tobillero, sabía lo que se dejaba atrás en todo momento y “El Chorlo” aún no sabe cómo se libró de la cornada en varias ocasiones. La primera fue tras recibirlo (con mucho mérito) a la verónica de rodillas. Ya en pie, el novillo se le coló avisando lo que iba a ser y le prendió feamente. No sería la única vez. Las cuadrillas, y también Montero, pasaron sus apuros. Con la muleta el animal no mejoró y el público le pedía que lo matase porque palpaba el peligro. No obstante, el novillero no se dio por vencido y extrajo hasta una serie estimable de derechazos.

El cuarto tenía también su peligro, pero era un peligro más sordo. Nada que ver con la alimaña que fue el primero. También consiguió robarle los pases, pero el novillo transmitía menos y la gente no acababa de entrar en la faena a pesar de la gran firmeza de Jesús Diez, que preguntaba “¿qué pasa?” viendo que la gente no rompía a aplaudir. Tuvo mérito su obra, ya que el monteviejo no paraba de escarbar y debía ser muy incómodo estar delante con esa seguridad. Eso sí, se pasó mucho de faena y se le puso aún más andarín para matar y escarbando más; muy difícil para cuadrarlo.

Carlos Olsina no tuvo su tarde. El segundo no dijo mucho, ni él tampoco. No hay mucho más que decir de su faena, porque no queda para el recuerdo nada. Capítulo intrascendente.

El quinto era un torazo en toda regla. Engatillado, con un trapío descomunal para un novillo, fue, obviamente, aplaudido de salida, pero no en el arrastre, y es que fue solo fachada. Estaba muy justo de fuerzas, rozando la invalidez. Tras un arrimón innecesario de Olsina, su estocada hizo guardia.

Tampoco andaba nada sobrado de fuerzas el lote de Montero. En tercer lugar salió “Coleterón”. Parecía que la historia se repetía. Misma plaza, misma ganadería, mismo nombre del novillo, mismo novillero y hasta mismo orden de lidia. Hace dos años Francisco Montero se dio a conocer con una faena que fue una batalla de tú a tú con un monteviejo del mismo nombre que fue un torrente de casta. El de hoy se parecía a aquel en su morfología, pero nada en el comportamiento. Toda la casta se la llevó aquel. El de hoy iba más en la línea de la clase, pero ni eso. Embistió despacio, mas faltaba chispa. Francisco estuvo muy sobreactuado.

Se santiguó para irse a recibir al sexto a portagayola con el capote de paseo, típico en su repertorio. Salvó el trance y dio una larga cambiada de rodillas y varias de pie, algo que se ve poco y que en este caso empleó como recurso para hacerse el quite a sí mismo en la primera, y prosiguió por ese palo. El público estaba animado tras el bullidor inicio y por ser el novillo de la jota, pero tampoco tenía fuerza. Se fue al suelo en repetidas ocasiones y tuvo que asomar el pañuelo verde desde el palco. Salió un sobrero de Ibán, al que Montero también recibió en la puerta de chiqueros, esta vez con el capote de torear. La actitud desde luego que no se le puede reprochar. El novillo empujó de lo lindo (con un pitón) en el caballo, tanto en la primera como en la segunda vara, a la que arrancó desde más lejos. Gran pelea. Quizá lo acusó en la muleta, donde ya no iba con esa bravura, pero sí con casta. Montero dio una serie en la que trató de componer la figura, toreando muy vertical, pero con el defecto de hacer la noria. El novillo no era tonto y pedía que le toreasen, mientras que el chiclanero solo lo acompañaba en pases muy cortos. Se dio cuenta y dio una serie ya con mucho más mando y por abajo, exigiendo al Ibán. Mucho mejor esta. Al natural no era capaz de meterle mano. Otro novillo interesante de Baltasar Ibán, que ha echado un Alfarero excelente (ayer le dieron la vuelta al ruedo a dos novillos de la ganadería madrileña) y una gran temporada en líneas generales, porque en Navas del Rey también ha dejado el listón muy alto. El próximo domingo lidia una novillada en Cadalso de los Vidrios.

Plaza de toros de Villaseca de La Sagra (lleno de “No hay billetes”): novillos de Monteviejo, excelentemente presentados, algunos muy por encima de lo habitual en una novillada, pero sin recorrido. Muy duro el primero, justos de fuerzas el tercero y, en especial, el quinto, además del devuelto sexto. Salió en su lugar un sobrero de Baltasar Ibán serio y encastado.

  • Jesús Díez “El Chorlo” (de rosa palo y oro con cabos negros): ovación y vuelta al ruedo tras aviso.
  • Carlos Olsina (de azul rey y oro): silencio en ambos.
  • Francisco Montero (de blanco y plata): ovación y palmas de despedida.

Se desmonteraron en banderillas José Otero, en el tercero, y Corruco de Algeciras en el cuarto.

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