Hoy se celebraba la final de la Liga nacional de novilladas organizada por la Fundación Toro de Lidia. Novillada monstruo con ocho novillos de El Torreón para el ganador del circuito de Castilla y León (Diosleguarde), el de Andalucía (Jorge Martínez), el de Madrid y del norte (Fonseca) y el del norte también (Manuel Perera), ya que en este último se premió a ambos novilleros. Fonseca había ganado, por lo tanto, dos certámenes y hoy se ha llevado a cabo la gran final disputada en Moralzarzal, a pesar de la pésima novillada de El Torreón. César Rincón inauguró esta plaza cubierta (le acompañaron aquel día Ponce y Castella) como torero. Como ganadero ha traído una limpieza de corrales en toda regla. Un petardo gordo en un día importante que le debería pasar factura.

Fonseca se la jugó como acostumbra con el tercero, un novillo bastante mejor presentado que los dos anteriores. Tenía más trapío aunque sus hechuras no enamorasen. Desplegó un amplio abanico de lances con el capote desde el saludo con una larga cambiada en el tercio, las verónicas y las posteriores chicuelinas. Volvió de nuevo al palo de Chicuelo para el galleo, poniendo finalmente al toro en suerte con una cordobina.
Empezó de hinojos su faena de muleta con un cambiado por la espalda de infarto. Ajustadísmo. Ni se movió el mexicano. El mismo valor mostró después, ya que este novillo sí fue exigente. El único que sacó algo de casta. Por el izquierdo apretaba. Lo fácil era volver a la derecha como habrían hecho casi todos los toreros, pero Fonseca decidió apostar. Este novillero no se arruga nunca. En un pase de pecho mirando al tendido fue cogido sin consecuencias. Este sí es un «pero» que se le puede poner, el exceso, a veces, de gestos de cara a la galería como mirar al tendido, las arrucinas o los cambiados por la espalda. Aunque como demuestra que también usa su valor para torear de verdad, se le puede pasar y más siendo aún novillero. Otra cosa que no me gustó es que citó al natural golpeando la muleta con la ayuda.
El sexto, justito de presentación y sin fuerzas, fue devuelto a los corrales. Demasiado tardó el presidente en hacerlo. Isaac Fonseca lo había recibido a portagayola (como también haría con el acarnerado sobrero) y un farol de rodillas en los medios.
El quite por saltilleras que hizo con el sobrero de Victoriano del Río fue escalofriante. ¡Por dónde se lo pasó! Saludó su cuadrilla tras poner las banderillas y Fonseca brindó al público. Empezó toreando en redondo de rodillas y remató la serie con un gran cambio de mano por delante en el que tragó mucho.
Ceñido al natural y dando distancias posteriormente sobre la derecha, aunque una serie resultó enganchada. Cuando la faena entró en una fase más lineal volvió a echarse de rodillas para reconectar con el tendido.
Quiso cerrar la faena por gaoneras. Nunca había visto gaoneras con la muleta, aunque prácticamente se puedo decir que sigo sin verlas, pues a la segunda fue cogido. El novillo pudo hacer presa cuando Fonseca estaba en el suelo, pero de nuevo se libró, como también lo hizo en la voltereta que sufriría justo después al tirarse con todo a matar y a proclamarse triunfador indiscutible de las ligas de novilladas de la Fundación Toro de Lidia. No se sabe muy bien porqué premiaron a este novillo con la vuelta al ruedo en el arrastre.
Si Fonseca es un claro exponente del toreo de valor y moderno, Jorge Martínez lo es del artístico y clásico. Muy andaluz. Tiene algunas cosas que (salvando las distancias) me recuerdan a Juan Ortega. Con su primero no pudo hacer nada. Fue un inválido que incomprensiblemente no fue devuelto por el presidente. Sí devolvió al quinto, otro inválido que le tocó… y que venía detrás de otro animal que le había tocado a Diosleguarde que no se tenía en pie. No obstante, hay que decir que al quinto titular, antes de que fuese devuelto, le pegó una chicuelina muy ajustada como recurso para salvar la embestida del novillo, que se le había acostado, y remató con una serpentina.
No se entiende que el quinto bis (también de El Torreón), con más caja y seriedad que sus hermanos y esos rizos casi de toro, no hubiese entrado entre los ocho a lidiar. Fue un animal bravo (empujó además en el caballo), pero noble. Ligó bien las series Jorge Martínez sin poder reducir la embestida del toro y casi siempre por la derecha, aunque los mejores pasajes llegaron con la izquierda. Fue, precisamente, al natural donde le vi esos detalles ortegistas en el cite y en los desplantes toreros. En lo que tiene un problema es en el sentido de la medida. Eso no le ayudó nada para entrar a matar y pinchó en repetidas ocasiones con la espada y el descabello.
Manuel Diosleguarde lidió a un novillito impresentable en primer lugar que quería más que podía. Empezó la faena de muleta con un farol de rodillas (como ven, ha habido mucho toreo de hinojos y eso que aún no hemos llegado a Manuel Perera). Ligó las series con elegancia, pero sin emoción por la condición del novillo. A destacar la verticalidad y la ausencia de toques.
El cuarto fue un animal pésimo, por lo que no se puede comentar nada de la faena de Diosleguarde. La foto (de la faena de muleta y no después de haber entrado a matar) habla por sí sola.
Manuel Perera tiró de recursos durante toda la tarde. La principal diferencia respecto a Fonseca es que el mexicano también sabe torear. A Perera le sale todo acelerado y enganchado. Es lo que tiene hacer siempre las mismas faenas sin importar la condición del novillo. En el cuarto estuvo pesado y en el sexto, por lo menos, hay que agradecerle el repertorio con el capote. Lo recibió en los medios con una saltillera y trató de seguir toreando por gaoneras perdiéndole pasos. Quitó de nuevo en el centro del ruedo de rodillas, con un farol y una tafallera. Cómo no, empezó la faena de muleta de rodillas, pero el novillo no consintió la noria.
El trasteo pasó sin pena ni gloria a pesar de sus ganas. Tampoco ayudó el novillo, sin fuerza ni recorrido. De nuevo, rodillas a tierra para epilogar con circulares.
Plaza de toros de Moralzarzal (un tercio de plaza): final de la liga de novilladas de la Fundación Toro de Lidia.
Novillos de El Torreón, desiguales de presentación, varios mal presentados y sin fuerza. Inválidos segundo, quinto, sexto y séptimo (estos dos últimos devueltos). Destacó la casta del tercero y la bravura y nobleza del sexto bis. Salió también un sobrero de Victoriano del Río, al que soprendentemente, se le dio la vuelta al ruedo con algunas protestas.
– Manuel Diosleguarde (de grana y oro): oreja y ovación.
– Jorge Martínez (de azul marino y oro): palmas y silencio tras dos avisos.
– Isaac Fonseca (de teja y oro): oreja con petición de la segunda y dos orejas tras dos avisos.
– Manuel Perera (de fucsia y oro): silencio en ambos.
Isaac Fonseca fue proclamado ganador de la liga al término del festejo. Victorino Martín (presidente de la FTL) le entregó una placa conmemorativa.