Se descorchó la temporada taurina española en la localidad madrileña de Valdemorillo con una novillada de Sánchez-Arjona de procedencia Domecq, la última de este encaste en esta ganadería, que a partir de este momento se quedará solo con lo de Coquilla.
De los novillos destacaron el primero y el quinto, que posibilitaron a Manuel Diosleguarde y a Álvaro Burdiel, respectivamente, ejecutar el toreo clásico. Especialmente destacable fue la actuación del sevillano de la escuela madrileña, quien apunta a ser un gran torero artista. Para abrir boca dejó un puñado de formidables verónicas. El novillo no se definió en los primeros tercios, pero cuando Burdiel cogió la muleta, lo hizo para dejar un gran pase de pecho como remate a la serie inicial y un trincherazo con mucho sabor para abrir la segunda. Sin embargo, esa serie careció de rotundidad: fue despegada y hacia fuera, pero sirvió para ir enseñando al novillo a embestir. A partir de ese momento, la faena siempre fue a más, alcanzando las cotas más altas sobre la izquierda con naturales puros, enroscándose el muletazo, dando el pecho y ofreciendo la pierna de salida. Además, los remates fueron muy toreros y su forma de salir de la cara del toro estuvo en consonancia. Por momentos me parecía estar viendo a Juan Ortega. También se pareció en lo malo y falló con la espada, perdiendo las dos orejas. Dio una vuelta al ruedo con ligeras protestas, pero lo más importante es que dejó la impronta de que puede ser un gran torero clásico y de arte, y no es la primera vez que deja patente su gran concepto. Apetece mucho volverle a ver.
Manuel Diosleguarde se llevó el mejor novillo de la tarde, el abreplaza, que desde el capote ya humilló. Buen saludo capotero de Diosleguarde a la verónica y, posteriormente, faena ligada con la muleta, de trazo largo y riñones encajados. Los naturales fueron de nota, pero el salmantino optó por volver a la mano derecha antes de cerrar la faena con ayudados por bajo. Perdió la oreja con la espada (tónica general de la tarde) y saludó una ovación.
No podemos obviar la tarde de Isaac Fonseca, de novillero puntero que arrea de verdad y, otro día más, vuelve a proclamar que quiere ser (y seguramente lo será) figura del toreo. Se fue a portagayola a recibir a su novillo, el peor del encierro (¡qué pena!), pero no pudo sujetarlo a la verónica, como no podría sujetarlo en toda la faena. Quizás un segundo puyazo de verdad le habría venido muy bien, ya que en el primero derribó e hirió al caballo y aprovechó Fonseca para pedir el cambio de tercio. Manuel Perera trató de quitar por delantales (que fueron trallazos), pero vio que no era novillo para quites. Isaac nos sorprendió a todos con su inicio de faena, que en el novillero mexicano siempre son explosivos, pero también con imaginación. Citó en los medios para pasarse al toro por la espalda, pero no con pase cambiado como un péndulo, sino con el pase de las flores. Luego sí, tras el parón del novillo, ligó tres cambiados por la espalda con tres pases de pecho sin moverse ni un centímetro. Atornillado en la arena. La pena fue que el novillo rápido cantó la gallina y se rajó, por lo que Fonseca no pudo mostrar más que sus ganas y su tremendo valor, que no está reñido con el toreo, y es que cogió mucho la mano izquierda para, aun así, tratar de torear al natural. Acabó la faena con manoletinas sin la ayuda mirando al tendido.
Tras Isaac Fonseca era el turno de Manuel Perera, novillero del mismo palo, de los del valor, pero con menos toreo en sus muñecas que el mexicano. Hay que recordar que tomará la alternativa en la Feria de Abril de Sevilla acompañado nada menos que de Morante y El Juli (es oficioso, no oficial). No obstante, esta tarde toreó bien a la verónica (tras recibir también a portagayola y salvar el trance por bien poco). Con la muleta poco. Recibió de rodillas, como acostumbra, y se metió su también clásico arrimón. Se puso pesado.
Sergio Rodríguez se libró de una serie cornada tras perder la cara al animal al terminar una serie, algo que seguro que le sirve para que no le vuelva a pasar. Afortunadamente, parece que solo le rompió el traje. No fue la única vez que se libró, pues inició la faena de muleta de rodillas a pesar del poco recorrido del novillo y este le levantó del suelo. A destacar sus muletazos largos y muy templados. Tiene un concepto del toreo interesante el abulense. Perdió una oreja tras el sainete con la espada.
El francés Jon Lamothe se mostró muy frío y, por ello, no fue capaz de conectar con el tendido. Hay que anotar su temple, mas su elevada altura no le permite componer la figura con naturalidad.
Plaza de toros de Valdemorillo (algo más de media plaza): novillos de Sánchez Arjona, correctamente presentados y de juego desigual: con clase el primero, encastado el sexto pero sin motor, se dejó el quinto, rajado el tercero y sosos segundo y cuarto.
- Manuel Diosleguarde (de verde botella y oro): ovación tras aviso.
- Jon Lamothe (de verde botella y oro): silencio tras aviso.
- Isaac Fonseca (de azul cielo y oro): ovación.
- Manuel Perera (de grana y oro): silencio.
- Álvaro Burdiel (de grana y oro): vuelta al ruedo.
- Sergio Rodríguez (de lila y oro): ovación.
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