Otra más. Otra gran novillada la que ha lidiado Ricardo Gallardo en Las Ventas tras la de San Isidro (y otras de temporadas pasadas).
Fue incomprensible que el presidente no concediese la vuelta al ruedo al quinto de la tarde, por premiar el conjunto, pero también por lo que fue ese novillo en sí: el mejor del festejo.

Fue un novillo bravo, que tomó tres varas (aunque en la última no empujó), que iba muy largo, tanto en el cite como para salirse de los vuelos de la muleta de Diego García antes de repetir con codicia. Fue un novillo ideal para torear de verdad, pero el de San Sebastián de los Reyes no se terminó de acoplar y estuvo claramente por debajo de este animal fantástico.
Con el escurrido segundo (parecía de Miura) se mostró capaz, pero también estuvo por debajo del novillo. Destacó el inicio «a lo Talavante» genuflexo, con un pase mirando al tendido, como también destacó el quite del mexicano Isaac Fonseca por ceñidísimas chicuelinas.

Isaac no se dejó nada en el hotel: se la jugó en cada cite y en cada quite, por distintos palos, pero todos muy ajustados: las mencionadas chicuelinas, saltilleras y gaoneras. Y eso porque el novillo lo cogió y tuvo que marcharse al hospital tras dar muerte al tercero.
El de Ricardo Gallardo ya le había avisado en el quite capote a la espalda, desarmándole. Empezó la faena de muleta en los medios, con la pierna adelante; con mucha verdad.
Fue prendido recibiendo una cornada en la cara interna del gemelo y un desplazamiento de mandíbula. Su cuadrilla se lo intentó llevar al hule, pero Fonseca se resistió y volvió mermado a la cara del novillo, para firmar una faena al natural con la misma exposición. De nuevo, fue un gran novillo de Fuente Ymbro.
Estocada que tumbó al novillo rodado y oreja unánime para su palmarés, que ya empieza a ser muy dilatado. Suma y sigue.

Víctor Hernández tuvo que enfrentarse a tres novillos y a punto estuvo de volver a abrir la Puerta Grande, como ya lo hiciese en marzo.
El primero fue un novillo muy orientado. Le pegó dos escalofriantes volteretas que no tuvieron mayores consecuencias. Entre que el toro se acostaba, que Víctor es aún novillero y el viento que hacía, había mucha transmisión porque se le veía a merced.

Así se le vio también en el inicio de faena por estatuarios con un cambiado de infarto.
Finalmente, logró extraer dos naturales de alta nota, citando de frente y rematando detrás, cargando la suerte. Cortó una oreja y se desató una clara división de opiniones entre los tendidos, especialmente entre el 7 y los paisanos de Víctor Hernández, que estaban en el 8.
Mejor fue su faena al cuarto, que le arrolló en el recibo capotero. Es difícil de explicar cómo salió sin una cornada de Las Ventas.
También cogió a Diego García en el quite por saltilleras.
Víctor Hernández inició la faena con un cambiado por la espalda de rodillas. Mucho mérito de un novillero que estuvo siempre «en novillero».
De nuevo volvió a quedar claro que su mano es la izquierda. Ojo, como torea al natural. ¡Qué pureza!

No cayó el toro y tuvo que tirar del descabello, con el que erró, perdiendo así la Puerta Grande con otro muy buen novillo, bravo y encastado.
Brindó el sexto a la enfermería en señal de respeto por Isaac Fonseca.

Este novillo fue el que menos cosas apuntó y el que menos guasa tuvo, dentro de un encierro muy bueno de Fuente Ymbro (sobre todo para el espectador).
Víctor le sacó faena con mucha mayor facilidad que a los otros dos novillos, pero no acabó de llegar al tendido. Faltó un punto de chispa.
Una estocada trasera de efecto fulminante provocó que se le pidiese una oreja autobusera que, afortunadamente, el presidente no concedió. Hubiese sido una vergüenza.
Como dato final, eché en falta que el público le triubutase una ovación al final del festejo al mayoral de Fuente Ymbro y a Ricardo Gallardo. Se la merecían.

Plaza de toros de Las Ventas (un cuarto de plaza): novillos de Fuente Ymbro, desiguales de presentación, bajando el agalgado y escurrido segundo y el lavado de cara tercero.
A excepción del último, que se dejó, todos tuvieron casta, prontitud y humillación. Muchos de ellos fueron para desorejarles. Valieron cinco y medio: extraordinaria novillada.
– Víctor Hernández (de lila y oro): oreja con protestas, ovación y vuelta al ruedo.
– Diego García (de gris plomo y oro): ovación y silencio.
– Isaac Fonseca (de purísima y oro): oreja en el único que mató.
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