Jesús María Gómez ha vuelto a erigirse en negativo protagonista del festejo manteniendo en el ruedo a dos inválidos (sobre todo el cuarto de la tarde) y regalando una oreja de pueblo a Gómez del Pilar, quien firmó lo mejor de la tarde, pero en el toro que pinchó y no en el de la oreja.
El segundo toro fue el único toro (al que Noé brindó a Padrós, por la cornada de San Isidro) con verdaderas opciones de triunfo en un festejo en el que lo que predominó fue la mansedumbre y la falta de fuerzas. Gómez del Pilar lo quiso lucir en el caballo, pero no estaba en una corrida de las duras. En banderillas también manseó, pero Noé lo supo retener en los medios y el animal sacó su buen fondo. La primera serie de rodillas fue sensacional, ralentizando la embestida del de Valdefresno y rematando con un gran pase del desdén.
Se volvió a poner de rodillas para ligar de nuevo los derechazos en redondo, toreando de verdad y no metiendo trapazos como hacen mucho al torear de hinojos.
Ya en vertical toreó algo con el pico, pero siempre muy templado.
Finalizó la faena con unas manoletinas. Tenía la oreja cortada, pero la perdió con los aceros. No obstante, ha reclamado su sitio, que no es solo el circuito de las más duras.

La faena del quinto no tuvo ni mucho menos la misma intensidad, además de que el público ya estaba enfadado con el presidente, mas se le concedió una oreja pueblerina, aún no se sabe muy bien porqué. Hizo bien Gómez del Pilar en no pasearla en su vuelta al ruedo. Gesto torero que le honra. En ambos toros se fue a portagayola.

David Galván también pudo dejar su buen sello en el sobrero de Montealto, un toro badanudo y muy serio, con el que esculpió auténticos carteles de toros en un gran natural y, en especial, en los remates: pases del desdén, de la firma, trincherillas…

Sin embargo, todo el buen sabor de boca que nos había dejado en el primero, se fue con el cuarto, con el que estuvo pesadísimo, a pesar de que era un toro para abreviar: un inválido que no se explica que no se devolviese. Estamos en Las Ventas y tenemos a un presidente que no entiende de toros. En fin. Y no solo no sabe de toros, sino que le gusta enfadar al que paga robándole un toro. O mejor dicho, dos, porque si no tuvo bastante con lo que hizo en el cuarto, también mantuvo en el ruedo al sexto, que presentaba una evidente cojera.
A partir de ahí, todo lo que hizo Espada no tuvo importancia, porque sin toro no se llega a los tendidos, salvo a los palmeros y el público autobusero, que les engañan y encima se quejan de los que protestan.
Acabó Francisco José con unas manoletinas ceñidísimas de perfil, echándose el toro hacia dentro.
Con la espada se tira encima, hasta el punto de dejar una estocada contraria que hizo guardia.
Tampoco hubo mucho que destacar con el tercero. Dejó algún buen pase vertical, pero acabó arrimándose sin demasiado éxito.
Plaza de toros de Las Ventas (menos de un cuarto de plaza): toros de José Enrique Fraile de Valdefresno, mansos y sin fuerzas. Fue devuelto el primero y también se debió devolver al cuarto y al sexto. Destacó el segundo. El sobrero de Montealto, muy cuajado, fue algo parado, pero no tan manso como los atanasios de Valdefresno.
– David Galván (de blanco y oro): saludos y silencio tras aviso.
– Gómez del Pilar (de gris plomo y oro, con remates en negro): saludos tras aviso y oreja muy protestada que no pasea.
– Francisco José Espada: silencio y saludos tras aviso.

*Tras el paseíllo se sacó a saludar a Gómez del Pilar por su faena y cornada en la corrida de José Escolar.
Además, se desmonteró Ángel Otero, más por nombre que por sus pares, pues no se asomó al balcón tanto como acostumbra, aunque clavó arriba.

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