CUADRI HONRA LA PROFESIÓN DE TORERO

Cuadri levantó una corrida larga y tediosa hasta el cuarto toro. Cuando aparecieron por el ruedo los de Comeuñas se palpó la tensión en el ambiente y ya nadie más se aburrió.

El cuarto (primero de la divisa onubense) fue un toro amplio de pitones, casi playero. Últimamente lo de Cuadri sale con más longitud de pitones que antaño. Se arrancó de lejos al caballo, al que derribó. Se vengó el picador con un puyazo criminal que machacó al toro. Tampoco mejoraron las cosas en el tercio de banderillas ni en la muleta, a pesar de la codicia y repetición del animal. Esaú estuvo totalmente desbordado. Se salió descaradamente de la suerte en la suerte suprema y fue abroncado con todo merecimiento, mientras que el de Cuadri fue aplaudido en el arrastre.

Antes le tocó un «Romano» de Pallarés que recordaba en sus hechuras al que cogió el pasado Domingo de Ramos a Emilio de Justo, pero este en negro. Se devolvió por su invalidez, saliendo en su lugar un toro algo acapachado de Martín Lorca, muy bien hecho. También se lo cargaron en el caballo con dos puyazos traserísimos que dejaron el lomo del toro ensangrentado. Cuando los dos toros de su lote se los cargaron en el caballo, seguramente, algo tendrá que ver el torero. Esaú hoy tuvo toros para apostar y quién sabe si triunfar, pero pegó un petardo. Desconfiado, toreó siempre despegado y fuera de sitio. Se acabó metiendo entre los pitones como si estuviésemos en un pueblo. Oportunidad perdida para el sevillano.


Adrián de Torres hizo lo más destacado de la tarde. Cortó una oreja de ley al quinto de la tarde, un toro encastado y con mucho genio de Cuadri. Después de unas buenas verónicas del torero, el toro se empezó a complicar en banderillas y no tuvo un pase en la muleta. No es que se quedase corto, es que directamente no pasaba. No es el toro soñado ni mucho menos, pero estas alimañas también hacen falta; lo que no puede ser es que una corrida de toros sea aburrida. Aquí se mascaba el peligro y Adrián de Torres decidió, a pesar de ello, tirar la moneda y jugársela con mucha verdad. Cada pase era un trago. Se le vio cogido en numerosas ocasiones. Aunque el Cuadri le echó la cara arriba, Adrián dejó un espadazo arriba de efecto fulminante. La estocada por sí sola valía esa oreja de ley.

Su toro de Pallarés se protestó por su presentación. No era toro para Las Ventas. La lidia de Curro Javier fue excelsa, con capotazos largos, templados y por abajo. De Torres destacó al natural, también muy templado y llevándolo hasta el final con los vuelos de la muleta, sin apenas toques. No obstante, la faena tuvo muchos altibajos. Se atascó con la espada y le pasó lo mismo que en la Feria de Otoño: escuchó dos avisos.


Noé Gómez del Pilar no tuvo opciones con «Pantera». En septiembre lidió un toro de Pallarés con este nombre de clase excepcional, que le habría hecho triunfar si no le hubiese dejado inválido Sangüesa. Hoy, sin embargo, este picador tuvo una buena actuación con el último de la tarde. Luego iremos con ello.
El toro de Pallarés se protestó, pero no se devolvió. Estaba justito de fuerzas, pero no había dado motivos suficientes como para echarlo para atrás.
No obstante, esa falta de fuerzas se tradujo en un corto recorrido.


El último de la tarde fue otro toro muy serio de Cuadri. Hoy la ganadería onubense, que entró sustituyendo a Los Maños, se ha reivindicado. De largo se arrancó en tres varas mostrando su bravura. En una de ellas, Gómez del Pilar lo colocó en el centro del ruedo con una lopecina, como ya hiciese en 2017 con un toro de Palha.
Sin embargo, a los banderilleros les entró la psicosis de Cuadri en banderillas y, con esa mala lidia, sumado a los tres puyazos (medidos, eso sí, por parte de Sangüesa), el toro se paró rápido. Noé le perdió pasos para estar cruzado y no perdió crédito, aunque la tarde fue para Adrián de Torres y, por supuesto, para Cuadri.


Plaza de toros de Las Ventas (8212 espectadores según la empresa): toros de Pallarés, mal presentados segundo y tercero (se devolvió al segundo); un sobrero de Martín Lorca (con humillación, condicionado por la pésima suerte de varas) y Cuadri (serios, con genio y poder, difíciles; bravos en el caballo).
Esaú Fernández (de sangre de toro y oro): silencio y bronca.
Adrián de Torres (de blanco y oro): silencio tras dos avisos y oreja.
Gómez del Pilar (de gris perla y oro): silencio tras aviso en ambos.

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