TOMÁS RUFO, PRÍNCIPE DEL TOREO

Dos son las veces que Tomás Rufo ha descerrajado la Puerta del Príncipe de Sevilla en tan solo tres tardes que ha toreado. El año pasado lo hizo en su presentación como matador en Sevilla, aunque de una forma muy polémica. La de este año tampoco ha estado exenta de esa polémica. Aunque pienso que la año pasado no debió ser, esta creo que sí.

Tuvo un toro de Jandilla bravo y que humillaba. Tras brindar al público, empezó la faena de forma bulliciosa de rodillas, toreando en redondo. Las series se sucedieron ligadas por ambos pitones, bajando la mano para poder al jandilla. Todo lo hizo por debajo de la pala del pitón, hasta para salir de la cara del toro. Se tiró derecho a matar y cortó las dos orejas que la plaza pidió.

Con la Puerta del Príncipe entreabierta, Rufo salió mentalizado de cortarle una oreja al sexto como fuese, a pesar de que el toro tenía poco que ver con el tercero. Le faltó motor.
Con mucho temple saludó por delantales al castaño.
La faena fue inteligente. De figurón del toreo, que es lo que será. Se le notan esos entrenamientos con El Juli para dar los pases en redondo, como crujió Madrid el torero de San Blas el pasado San Isidro. Al ralentí. Esta oreja sí que no tiene discusión alguna. De ley.

El primer toro de Manzanares fue un toro bajo y algo acapachado. Muy bien hecho. Lo saludó el alicantino a la verónica y La Maestranza lo cantó rápido, mostrándole su gran afecto. Sin embargo, José Mari hace años que no es el mismo y no se terminó de acoplar a este buen jandilla.
Si bien es un torero al que gusta ver por la elegancia con la que hace todo, no cuaja a los toros. Hubo buenas series con la derecha, pero la tónica general de la faena fue la brusquedad. Con la izquierda nada de nada. Mató de una gran estocada, su punto fuerte, aunque también anda pinchando mucho más que antes. De hecho, al cuarto lo pinchó en numerosas ocasiones, primero recibiendo y luego al volapié. Fue este un toro de Jandilla sin ninguna fuerza, al que Manzanares trató de llevar muy suave y a media altura, en una faena de enfermero. Ni por esas.

Pablo Aguado jugaba en casa, pero se llevó el peor lote de la corrida. Saludó con verónicas genuflexas de nota al segundo, que tras perder varias veces las manos se fue a los corrales. El sobrero no valió para nada y Pablo quedó inédito.
Brindó al público el quinto y tuvo un bonito inicio con toreros ayudados por alto, un pase de la firma, la trincherilla y el de pecho. Muy natural. Y, precisamente al natural, logró una notable serie, tras la cual la faena fue a mucho menos y Aguado se pasó de faena por sus ganas de agradar. Un aficionado comentaba en el tendido: «necesita que le piten». Y así fue, el respetable se aburrió y Aguado escuchó algunos pitidos que no debió escuchar si hubiese cortado la faena a tiempo. El domingo tiene una nueva oportunidad de reconquistar Sevilla con la preciosa corrida de La Quinta.

Plaza de toros de La Real Maestranza de Caballería de Sevilla (más de tres cuartos): toros de Jandilla de correcta presentación. Fue bravo el tercero y dio la sensación de que el primero tenía más de lo que Manzanares mostró. Sin fuerza el segundo (devuelto) y el cuarto. Se dejó el sexto y sin opciones el lote de Aguado.

José María Manzanares (de azul noche y oro): ovación y silencio.
Pablo Aguado (de corinto y oro): silencio en ambos.
Tomás Rufo (de gris plomo y oro): dos orejas y oreja.

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