Los aficionados esperábamos a la ganadería de Santi Domecq. A pesar de estar cansados del monoencaste, esta divisa lidió una de las mejores corridas del último San Isidro venteño, es decir, el de 2019. Esta vez fue todo lo contrario: ni presencia, ni juego. Y solo cuatro toros aprobados en el reconocimiento. Un desastre.
Remendaron la corrida dos toros de La Ventana del Puerto que tampoco dieron demasiadas opciones. Vaya petardo.
Daniel Luque cortó la única oreja de la tarde a un tercero con poca caja que se colaba. Tampoco ayudó la faena de Luque a corregir este defecto, ya que al citar con el pico de la mueleta el toro le veía en el hueco entre la muleta y su cuerpo. Al natural sí consiguió algún pase estimable, aunque todo fue muy lineal. Lo mejor de su obra fueron las verónicas iniciales. Mató de una buena estocada contraria y cortó una oreja de regalo tras el escándalo de las mulillas, paradas hasta que el presidente sacó el pañuelo blanco.
Poco le faltó para arrancar otra oreja del sexto. Le hicieron muy bien las cosas en la lidia, picándole en el sitio y con buenos pares de banderillas. Luque se lució con la capa, en especial en los remates: una media en el quite tuvo mucho sabor, así como una larga para dejarlo en la suerte de la varas.
Tras brindar al público, el toro se vino a menos y el de Gerena acabó acortando terrenos hasta finalizar su obra por enganchadas manoletinas de perfil.
El Juli realizó una buena faena al cuarto, incomprendida por parte del público de Las Ventas con esa doble vara de medir, que hoy quedó más patente que nunca: por un lado el favoritismo con Luque; por otro, la intransigencia con Juli y Perera.
Exprimió al máximo el madrileño al de La Ventana del Puerto, logrando a base de capacidad una extraordinaria serie por el pitón derecho, exigiendo mucho al toro, que ya no aguantó más. Eso sí, horribles sus julipiés a la hora de entrar a matar en este y en el primero, un toro sin motor ni recorrido alguno con el que no pudo hacer nada.
Miguel Ángel Perera trató de lucir a su primero, de la Ventana del Puerto, citándolo de lejos con cambiados por la espalda. Hilvanó alguna serie por la derecha antes de torear al hilo del pitón al natural. El toro echó la persiana y Perera trató de justificarse con el arrimón, si bien es cierto que en este caso no se excedió.
También tuvo que tirar del toreo de cercanías con el quinto, otro toro con poco jugo que exprimir. Lo mejor fue el inicio por estatuarios con un cambiado por la espalda con la izquierda y un pase del desdén mirando al tendido.
En ambos toros salió a saludar por su cuenta y se le recriminó por ello.

Plaza de toros de Las Ventas (lleno de «No hay billetes» en el aforo permitido): cuatro toros de Santiago Domecq más propios de Sevilla que de Madrid, de poco juego, y dos de La Ventana del Puerto, correctos de presentación y venidos a menos.
– El Juli (de negro y oro): silencio en ambos.
– M.A. Perera (de nazareno y oro): ovación con protestas en ambos.
– Daniel Luque (de blanco y plata): oreja y ovación tras aviso.
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