CADENCIA Y TEMPLE EN VALDEMORILLO DE UNA TERNA MUY POR ENCIMA DE LOS TOROS

Por segunda vez en la historia de esta plaza cubierta de La Candelaria de Valdemorillo se colgaba el cartel de “No hay billetes” al reclamo de Morante (la anterior vez fue la de la inauguración en 2003). Además, se da la casualidad de que es el primer lleno con el aforo completo tras la pandemia. Para este día se reseñó una corrida terciada de Zacarías Moreno, después de que esta ganadería madrileña lidiase en este coso un gran toro, “Acomplejado”, en la pasada Copa Chenel. En esta ocasión, los toros de Zacarías no dieron el mismo juego, pero el trío de espadas pudo mostrar su gran toreo. Precisamente con la espada fue con lo que peor anduvieron, al igual que ayer los novilleros.

El mejor toro de los seis fue el corrido en segundo lugar, un animal encastado, pero rajado. Remató en la puerta de chiqueros y en tablas al salir a la plaza como un obús. Diego Urdiales lo lanceó a la verónica con suma cadencia y sutileza. “Brasileño” apretó una barbaridad en el tercio de banderillas, poniendo en más de un apuro a José Antonio Morante, pegado a las tablas. Mientras tanto, Urdiales resoplaba a sabiendas de la casta del toro que tenía que lidiar, pero con un gran inicio por bajo se lo metió en el canasto. Con la derecha se enroscó los muletazos mientras los reducía a una velocidad casi de cámara lenta. Todo lo decoró con sus trincherazos, trincherillas y molinetes. Al natural también estuvo francamente bien, pero el toro cantó la gallina, buscando las tablas. Aún le dio tiempo a Diego a dejar un final de faena por bajo, rodilla en tierra, realmente cumbre. Sometió al toro para que no se le escapase, aunque para cuadrar a la hora de entrar a matar ya no se lo puso fácil. La estocada baja redujo el premio a una oreja. El rajado toro fue aplaudido en el arrastre de forma sorprendente.

Con el quinto el torero riojano no pudo hacer gran cosa. Desde el capote ya vio que el toro no iba metido en las telas y Urdiales no se confió. Fue un animal con muy poca transmisión.

Daniel Luque tuvo el lote más cómo de cara. El anovillado tercero embistió a la mexicana, muy lento, y así toreó el de Gerena, primero a la verónica con el capote y luego con la muleta. Tras un precioso inicio de faena, Luque se abandonó logrando una conjunción total con el toro. Dicen que para torear bien hay que olvidarse del cuerpo y eso es exactamente lo que hizo Daniel. Se lo pasó muy cerca y con la figura totalmente erguida y relajada, libre de tensiones. Al ralentí dibujó derechazos de suprema belleza rematados con trincherillas y cambios de mano, hasta que cogió la mano izquierda y la faena bajó un punto de intensidad, a pesar del ceñimiento del torero con el toro. No obstante, hubo uno aislado sensacional. Si Urdiales toreó a cámara lenta, Luque consiguió algunos muletazos a superlenta. Gran faena que cerró por luquesinas, pero que no rubricó con la espada.

En el sexto y último volvió a demostrar su gran momento, que ya se extiende durante mucho tiempo. Fue una tarde de figura del toreo, por cómo trató de exprimir al toro hasta el final, acabando con un arrimón. A destacar su recibo capotero con una trincherilla de rodillas, emulando a Morante (que la realizó en Navalcarnero y en Sevilla el año pasado) y prosiguiendo ya de pie con cordobinas y chicuelinas con el compás abierto.

               La gente a quien había venido a ver era a Morante de La Puebla, que sorprendió portando un capote con el envés verde pistacho. Con ese capote dejó dos o tres verónicas de alta nota, aunque le cantaron las siguientes de igual forma a pesar de no ser ya tan perfectas, ni, mucho menos. Galleó por chicuelinas para dejar al toro en suerte. Morante anda con ganas y está inspirado. Empezó su faena de muleta al burraco que abrió plaza con ayudados por alto. Al natural pulseó sus embestidas en una serie de trazo largo y templado, pero poco más duró el toro, más que justo de fuerzas (perdió varias veces las manos). Utilizó los molinetes y los pases de las flores para citar. Incomprensiblemente, el presidente le negó la oreja, de ley en Valdemorillo.

Al cuarto lo colocó al caballo con una larga cordobesa muy torera. El toro tenía una embestida muy descompuesta, tirando gañafones. Morante hace cuatro o cinco años lo habría matado al primer cabezazo del toro, pero este Morante se quedó en el sitio, asentó los talones y tragó hasta hacerle embestir por abajo, con poderío. Compuso la figura y ligó los pases con la derecha. Tras un derechazo cambió la mano para dejar un natural con la suerte cargada que enlazó con el de pecho. ¡Y qué bien salía de la cara del toro! Así da gusto verle. También intercaló pases por alto. Perdió una oreja de peso con la espada, pero Morante de La Puebla dejó su firma en Valdemorillo.

Plaza de toros de La Candelaria de Valdemorillo (primer lleno de “No hay billetes” con el 100% de aforo): toros de Zacarías Moreno justos de presencia, bajando el lote de Luque y de poco juego en líneas generales, aunque los primeros se dejaron. Se aplaudió la casta del segundo, a pesar de que se rajó, y la clase del tercero, por no decir su dulzura.

  • Morante de La Puebla (de mostaza y oro): ovación tras petición y fuerte bronca al palco y vuelta al ruedo con tibias protestas.
  • Diego Urdiales (grana y oro): oreja y ovación.
  • Daniel Luque (azul soraya y oro): ovación en ambos.

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