Se lidiaba una corrida de José Luis Pereda en Las Ventas para conmemorar la festividad del 2 de mayo, fiesta de La Comunidad.
En el cartel figuraba una terna de jóvenes madrileños, que tuvo el beneplácito de un público que hoy vino con ganas de aplaudir todo.
Tanto es así que Francisco José Espada cortó la primera oreja de este año en Las Ventas a cargo de un matador de toros, o mejor dicho, se la regalaron.
El año pasado ya le regalaron una oreja en la corrida de Baltasar Ibán, pero al menos, en esa faena hubo un cambio de mano sublime. Hoy, entiendo que se la han dado por la eficacia del espadazo, porque su faena fue de altibajos, pero hubo más «bajos» que «altos». Como notas destacables un inicio por estatuarios con un cambiado por la espalda y un final por ajustadas manoletinas de perfil. En el lado opuesto, hay que decir que dió demasiados «mantazos» como para cortar una oreja en Madrid, pero es cierto que había petición.
José Magán sacó el pañuelo blanco cuando ya iban a llevarse las mulillas al toro, provocando el enfado de los sectores más exigentes, como no podía ser de otra forma.
En su día ya levantó las protestas del público por no concederle una oreja a Fortes con un toro de Pedraza de Yeltes. Pues bien, si aquella faena (mejor que la de hoy) no era para él de oreja, ¿por qué la de Espada de hoy, sí?
Él lo tendría que explicar.
El caso es que con la Puerta Grande entreabierta salió el de Fuenlabrada a descerrajarla definitivamente en el quinto. Para ello buscó ligar los muletazos como fuese, a sabiendas de que eso llegaría al público. Aunque su trasteo tuvo estética, la faena fue de más a menos y ahí quedó la sensación de que el toro tenía para haber sacado algo más de provecho. Estas oportunidades no se deben dejar pasar.
Cristian Escribano llegaba al coso venteño tras cortar una oreja en su confirmación en los desafíos de septiembre. Hoy no tuvo su tarde, a pesar de que ganas no le faltaron.
El primero no tuvo demasiadas opciones, aunque dejó un artístico trincherazo al principio de la faena que hizo rugir Madrid. Fue un auténtico cartel de toros que bien podría haber firmado un torero de otro corte como Finito. Eso fue lo único destacado de la faena: con la derecha ligó las series con el pico de la muleta, con la izquierda el toro le tocó las telas en todos los naturales y la espada le cayó muy baja.
Previamente había saludado el banderillero de su cuadrilla Raúl Cervantes tras colocar dos pares en la cara del toro.
Al cuarto de la tarde lo lució Escribano, citándolo de muy largo, pero la faena, de nuevo basada en el pitón derecho, no cogió vuelo. Esta vez se tiró a matar de verdad, como hiciese con el Saltillo de septiembre, pero el astado tardó más en caer.
Ángel Sánchez es uno de esos toreros de los que muchos aficionados hablan bien, pero yo nunca le he visto a ese nivel que dicen. Me perdí aquella novillada de hace ya un par de años con los de La Quinta en la que destacó al natural. Desde luego, el toreo al natural es su fuerte y hoy demostró a cuentagotas el poderío que tiene en la izquierda. Sin embargo, realizó sus faenas casi exclusivamente por el pitón derecho y ahí poco pudimos ver.
Con el primero de su lote intentó hacer faena sin obtener resultado. Quizá el toro acusase una caída al principio de la faena cuando lo sometió por abajo o, quizás, solo fue un manso.
Con este toro brillaron Iván García y Fernando Sánchez con las banderillas, siendo obligados a saludar.
En el sexto, ante la pesadez de la tarde y las nulas opciones que tenía, midió mucho más la faena, algo que se agradece, pero estuvo fatal con los aceros. Menos mal que la faena fue corta porque de lo contrario se le podría haber ido a los corrales.
Ángel Sánchez se llevó el peor lote de la corrida. Se podría decir que hubo tres y tres. Los tres buenos: el encastado segundo (aunque acabó rajado) que lidió Espada, de gran trapío, y el quinto, que también le cayó al de Fuenlabrada. El cuarto fue pronto, aunque hay que agradecer a Cristian Escribano que lo luciese tanto.
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