Muy protestada, polémica y, en mi opinión, injustificable Puerta Grande para Miguel Ángel Perera hoy en la plaza de toros de Las Ventas.
Brindó la faena al Rey emérito y ligó posteriormente muy bien los muletazos de cada serie que dió con la mano derecha, exprimiendo al gran Fuente Ymbro por abajo, que cuanto más le apretaban, más se venía arriba. El toro hacía el avión y solo tuvo el defecto de escarbar. Toro para desorejarle y al que Perera solo le debió cortar una, pero ya sabemos que en los días de «No hay billetes» la plaza vive en un ambiente de triunfalismo.
Otro día, con tres cuartos de plaza, esta faena no habría sido de dos orejas porque apenas se puso por el pitón izquierdo, algo que debería ser condición indispensable para descerrajar la Puerta Grande de la plaza más importante del mundo.
A esto hay que sumarle que la estocada cayó un punto abajo.
El presidente esperó unos instantes en conceder la primera de las orejas, que era de ley, y pensé que lo hizo precisamente para no verse obligado a dar la segunda que estaba claro que el público iba a pedir, pero a última hora se echó atrás y sacó ese segundo pañuelo blanco que levantó las protestas de la afición como hacía tiempo que no se veía por un triunfo. Las palmas de tango, los abucheos y los gritos de «fuera del palco» (que comparto plenamente) resonaron hasta que salió el cuarto toro y, también, cuando al final de la corrida Perera era sacado en hombros. Cabe recordar que su última Puerta Grande (en la Feria de Otoño 2017) también fue injusta, pero aquella no levantó tanta ira, quizás porque habían sido faenas rotundas aunque fallase con la espada.
Hoy estuvo bien y, además, lució al toro, citándolo de lejos, pero si este es el listón, muchas Puertas Grandes habría. Lo que imagino que sucederá es que a toreros sin tanto nombre se les premiará con una oreja por faenas de este calibre, sin que los presidentes tengan un criterio homogéneo.
En el sexto no pudo cortar Perera otra oreja para poder poner a todo el mundo de acuerdo. A pesar de que la gente ya estaba metida de lleno antes de que el torero cogiese la muleta gracias a la gran labor de su excelente cuadrilla, con Javier Ambel y Curro Javier a la cabeza, Perera no tuvo ninguna opción y debió cortar antes la faena. Quizá el toro se lesionase en el comienzo de la faena.
En todo caso, fue este sexto el peor animal de un encierro interesante, aunque lejos del nivel que viene marcando Fuente Ymbro últimamente, pero con ese toro «Pijotero» que salió en tercer lugar que fue realmente bueno.
Tampoco fue malo el cuarto de la tarde. El toro empujó en varas y demostró casta. Precisamente casta le faltó al Fino, que en lugar de salir espoleado por el triunfo del extremeño, salió ya derrotado. En cuanto el toro le protestó en el inicio de faena, decidió que no era su tarde, macheteo muy malamente y dio varios trapazos sin sentido antes de irse a por la tizona. Con ella, se tiró a los bajos del toro como ya había hecho en su primero, tras una faena en la que dejó algún natural muy bien rematado con su clásico muñecazo, pero encorvado, lejos de ese Juan Serrano artista. Tampoco fue malo del todo el final de faena a ese primero de la tarde, pero aquello no rompió nunca por la apatía del torero.
Escuchó dos broncas en tono menor.
Para venir así, Finito se podía haber quedado en Córdoba.
A Urdiales se le recibió con la gran ovación de la tarde tras romper el paseíllo en reconocimiento a la histórica faena que firmó en la Feria de Otoño del año pasado con esta misma ganadería.
Sin embargo, el lote del riojano, impecable de presentación, fue el peor en el conjunto de la tarde. No transmitieron nada, fueron parados y acortaron el viaje progresivamente, en especial, el cuarto, al que aún así Diego Urdiales le consiguió sacar algún muletazo digno, cargando la suerte.
Nos queda el consuelo de que tiene otras dos tardes en la feria.
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