BALANCE DE UN POBRE SAN ISIDRO

Había muchas ganas de disfrutar de nuevo de la Feria de San Isidro, que llevaba sin celebrarse en Las Ventas desde el 2019: el año pasado se dio una muy reducida en Vistalegre, en la que pasaron tantas cosas como en esta de un mes: https://criticataurina.com/2021/05/24/balance-de-san-isidro-2021-sangre-y-arte-en-vistalegre/. Sobre el papel los carteles resultaban muy atractivos, a mi parecer los mejores desde hacía bastante tiempo (aquí pueden volver a leer mi análisis: https://criticataurina.com/2022/03/11/analizando-carteles-el-mejor-san-isidro-de-la-ultima-decada/), con una amplia baraja de toreros más que interesante. Sin embargo, todo comenzó a torcerse el Domingo de Ramos, cuando caía lesionado de gravedad Emilio de Justo en su encerrona. Aunque Téllez le sustituyó con brillantez en la segunda de las tres comparecencias de Emilio, abriendo la Puerta Grande, al triunfador de la pasada temporada es evidente que se le ha echado de menos (sobre todo, en el día del patrón).

La empresa optó por dejar los puestos para los toreros que fuesen triunfando en lugar de dárselas, por ejemplo, a Perera, el gran ausente de los carteles. A Plaza 1 le salió redondo, porque quitando en la Beneficencia con la entrada del Juli, los otros dos días abarató costes y, como decíamos, Téllez triunfó y se convirtió en el torero revelación de la feria, sin duda alguna.


Si desde la provincia de Toledo llegó la gran revelación, también desde tierras toledanas vino otro torero que ha generado ilusión: Tomás Rufo abrió la Puerta Grande en su confirmación (un regalo) y le pidieron desmesuradamente las dos orejas en su segunda tarde. No cabe duda de que será figura porque le valen la mayoría de los toros, pero Madrid no puede perder así la cabeza. No podemos obviar la decadencia del público (no el aficionado) madrileño: festivalero y triunfalista, deseoso de subir a los stories del Instagram la salida a hombros de un torero para irse luego a la terraza de Ochoa, que empezó como un bar y ya es una discoteca. Las Ventas debe ser para dar toros. Lo de los fines de semana en días de lleno es lamentable, porque la gente va a todo menos a ver los toros. Y está bien que se acerque nuevo público a la plaza, pero es que muchos van directamente a la terraza y no van a los toros. Para salir de fiesta hay muchos sitios en Madrid. Yo prefiero irme a los bares de alrededor a comentar la corrida antes que irme a la terraza, desde luego.
Desde que está Plaza 1 Las Ventas ha cambiado mucho. Han hecho todo lo posible para eliminar la exigencia de Madrid, separando la Grada Joven o creando estos eventos que nada tienen que ver con los toros. Los presidentes deben poner cordura para que Madrid siga siendo la primera plaza del mundo. En las novilladas de antes de la feria no lo hicieron. En feria, aunque hay orejas que no son propias de Madrid, han estado algo mejor en este aspecto. Peor ha sido que no se hayan devuelto varios inválidos. Y es que si hablamos de toros, estos también han dejado mucho que desear. Algunos, justitos de presentación para Madrid, pero en lo que más me han decepcionado ha sido en su juego. A bote pronto me pongo a pensar en los toros destacados de las últimas isidradas y me salen los siguientes (y alguno me dejaré seguro): en 2015 “Lenguadito”, del Torero, “Jabatillo”, de Alcurrucén y “Agitador”, de Fuente Ymbro. Tres toros para el recuerdo. 2016 fue el año de “Dalia” y de “Malagueño” (y en el opuesto de “Cazarratas”). En 2017 salieron “Barberillo”, “Licenciado” y “Antequerano”, de Alcurrucén, “Pastelero”, de Victorino y la extraordinaria corrida de Rehuelga con “Perlasnegras”, “Liebre” y “Coquinero”. En el 18 tuvimos a “Cacareo”, de Cuvillo, “Ombú”, de Juan Pedro, “Cuba”, del Puerto, otro “Licenciado” de “Alcurrucén” y “Chaparrito”, de Adolfo Martín.
En el 2019 ya no hubo el mismo nivel de toros, a pesar de que salieron “Despreciado”, “Español”, “Poeta”, “Pijotero” y “Carasucia”, pero no llegaron ninguno al nivel de los mejores de años anteriores. Pero es que en este San Isidro de 2022 no hay toro que se acerque a los del 19. Podemos rescatar el primer toro de El Pilar y el primero del Parralejo, el segundo de La Quinta, el tercero de Jandilla, el segundo de Victorino, el sexto de Victoriano del Río el día 27 y, como mucho, alguno de Torrealta, Algarra y Araúz de Robles. Aunque, en su conjunto, la más interesante fue la de Escolar. Obviamente, aquí no cuento al gran “Duplicado”, porque fue el Domingo de Ramos, no en la Feria.
Eso en cuanto a toros. Si tenemos en cuenta el cómputo global de lo visto en cada corrida, las mejores tardes fueron la del día 20 y la novillada de Fuente Ymbro. Después podríamos poner la de la Beneficencia. La faena de la feria (aunque sin espada) fue la del Juli al quinto toro de La Quinta. Él es el triunfador de la feria, con ese faenón y con la oreja de más peso de la feria al segundo de aquella corrida; otra gran faena pinchada a un Garcigrande y otra buena en la Beneficencia.

No me quiero olvidar en este repaso de mencionar a otros nombres destacados, como Noé Gómez del Pilar, que se la jugó con la de Escolar, cortó una oreja de ley y fue herido grave; Sergio Serrano; Morante, con su mejor faena en Las Ventas desde hace muchos años; Roca Rey, cuyo paso por Madrid fue de figura; Ginés Marín, herido grave el día 15, reapareció el día 25 y el día 1 perdió una oreja con la espada… como ven, la espada también se ha llevado muchas orejas. La mejor estocada considero que fue la de Manzanares al primero de su lote del Puerto, aunque muy cerca hay que poner la de Rafaelillo. También hay que destacar la de Leo Valadez y la del aún novillero Manuel Diosleguarde. Los novilleros han estado bien: Jorge Martínez, Diosleguarde, Burdiel, Gilio, Jorge Martínez y, en especial, Fonseca y Álvaro Alarcón.
En el polo opuesto, en los petardos, decepciones (algunos decepcionaron y a otros, en realidad, no se les esperaba), o como lo quieran llamar hay que meter a Talavante, Manzanares, que por su condición de figuras hay que exigirles más, Aguado, Juan Ortega, Diego Urdiales, Curro Díaz, Antonio Ferrera, Tomás Campos, Lamelas, Gonzalo Caballero, Fernando Adrián… y las ganaderías de Juan Pedro Domecq (¡cómo no!), Adolfo Martín, Samuel Flores, el Puerto de San Lorenzo y La Ventana, El Torero, Valdefresno y más aún que podríamos meter.


Entre los picadores… silencio. Ningún puyazo digno de ser recordado. Todo lo contrario que en las banderillas, y es que en gran parte este ciclo isidril lo ha salvado Fernando Sánchez. Sin embargo, el mejor par de la feria corrió a cargo de Ángel Otero en su reaparición. Vamos, los dos de siempre, que llevan varios san isidros brillando con luz propia.


En cuanto a los rejones este año hay poco que comentar, porque se han reducido solo a dos tardes y faltaba el número uno: Diego Ventura. Además, Pablo Hermoso se cayó (nunca mejor dicho, ya que fue por una caída del caballo en el campo) del cartel montado para la confirmación de su hijo.


En resumen, que se acabó un decepcionante San Isidro, con pocos toros para el recuerdo y en el que Talavante, que era la base del abono con cuatro tardes, ha naufragado. Menos mal que estaba El Juli para enmendarlo.


Y ahora vienen una serie de novilladas interesantes, destacando la del día 26. Ahí no creo que veamos esas lluvias de almohadillas, que alcanzaron el ridículo máximo en la encerrona de Ureña con el toro aún vivo, ni estarán los de los “viva”, ni los del gin-tonic (que volverán en las nocturnas). Ah, espera, que son todos los mismos.

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